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jueves, 21 noviembre 2024
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La esperanza, piedra angular en el castillo del Kafka

  • Escrito por Prof. Mercedes Rodríguez Abascal
  • Publicado en Arte y educación

El objeto del deseo

¿Te has olvidado de que hay que utilizar todo aquello que de alguna manera dé esperanza?

Franz Kafka. El Castillo

¿Cuantos castillos idealizados hemos perseguido? El castillo kafkiano representa lo inaccesible, el misterio, lo que nunca se llega a conocer, pero en contrapartida, el autor nos muestra personajes atrapados dentro de las murallas de la novela. Lo que todos ellos tienen en común es la vehemencia con la que se aferraran a cualquier tipo de esperanza con el objetivo de conservar, o no perder, la poca felicidad.

Mucho se ha hablado del tema de El castillo; Max Brod, amigo y biógrafo de Kafka, decía que El castillo era el misterio del gobierno de Dios. Pero a diferencia de ese acercamiento, lo cual no quiere decir que no me parezca interesante y no aplauda su elocuencia, quiero dar un giro y enfocarme a la motivación de los personajes y no a la carga emblemática del Castillo.

Por esperanza se entiende: “Sentimiento agradable provocado por la anticipación de algo que se desea y se presenta como posible” . Todos los personajes persiguen un fin que en apariencia está fundado en una posibilidad de triunfo. El sentimiento contrario a la esperanza es la desesperanza, esta puede estar relacionada con sentimientos tales como: desmoralizar, desánimo, desilusión, pesimismo; sentimientos comunes en los personajes de la novela. La gran esperanza de todo habitante de la comunidad es que el gran ojo del Castillo los mire, los tome en cuenta o les devuelva la alegría perdida. El Castillo los mantiene a la expectativa de algo, y ese algo es lo que los hace continuar realizando sus actividades por absurdas que parezcan.

La ilusión es el alma de la esperanza, no existe esperanza sin ilusión, y así K al comienzo de la novela se sitúa largo tiempo en un puente. El puente puede ser visto como símbolo de cambio, transición entre pasado y futuro. K llega al Castillo y los habitantes de inmediato albergan una nueva emoción, la perspectiva de que pase “algo nuevo”, se inocula en ellos una ilusión generalizada, en algunos casos, hasta amenazante. K es la herramienta para avivar la esperanza de cada uno de los personajes; al ser extranjero se muestra distinto, todavía no tiene los usos y costumbres del pueblo, trae la novedad como si entrara sangre nueva, revitalizante y con un impetuoso deseo de cambio.

Para mantener una esperanza se tiene que tener un objetivo (objeto del deseo). El conflicto de la novela es que no en todos los casos el objeto de deseo es transparente. El absurdo del Castillo es que las esperanzas de cada personaje, en apariencia sin fundamento, es la consecuencia de toda motivación de sus propias vidas, el eje que mueve todos sus actos, ya sea para buscar: bienestar físico, estatus, amor, posición, reconocimiento, etc. El medio se hace el objetivo. Se lucha por un algo que en ocasiones ni siquiera se tiene claro. El objetivo se pierde pero la esperanza no. Esta particularidad es la genialidad del absurdo de la obra, todos desean algo del Castillo, pero éste en sí no es nada. Se puede llegar a preguntar si ¿realmente K es un agrimensor o fue un malentendido? Esto nunca queda claro en la novela, todas las esperanzas están basadas en una posible no-realidad.

La esperanza se puede decir que es la previsión deseable sin confirmación todavía. Kafka hace de dicha indeterminación la tensión dramática de la novela. La expectativa de llegar a una resolución, que casi parece imposible, hace que el lector, al igual que los personajes, continúen la búsqueda sin perder la vana esperanza de que el laberinto llegue a algún fin.

Franz Kafka nos deja un Castillo sin resolución pero con un semiamargo sabor a esperanza ¿a caso la esperanza no fue el único sentimiento que quedó en la caja de Pandora?

Y nosotros ¿qué esperanzas guardamos en nuestro particular Castillo?

 

Nota agregada por el Editor de AMHIGO:

 

El escritor Franz Kafka murió en Kierling (Austria) el 3 de junio de 1924, a los 40 años de edad, a causa de las complicaciones provocadas por la tuberculosis. Nació el 3 de julio de 1883 en Praga (Austria-Hungría). Kafka sufrió de depresión clínica y fobia social durante toda su vida. También padeció de migrañas, insomnio, estreñimiento y otras dolencias generadas por la ansiedad. Kafka intentó contrarrestar estos síntomas con un régimen naturópata, dieta vegetariana y un consumo de grandes cantidades de leche sin pasteurizar (lo que pudo provocarle tuberculosis). Cuando su enfermedad empeoró, volvió a Praga donde finalmente murió el 3 de junio de 1924.

 

 

Fuente:

1. José Antonio Marina. Marisa López Penas. Diccionario de los sentimientos. Barcelona: Anagrama. 1999. p. 230.

2. http://www.dequemurio.com/como/Franz_Kafka/