
APRENDIENDO DE UNA INESPERADA HERIDA EN EL CORAZÓN
Supongo que nunca me arrepentiré de ser optimista. Hasta ahora ha sido mi elixir tras cada caída. El dolor siempre tiene un origen, un sentido. Ya sea del cuerpo o del alma. Te avisa de algo y a ese algo hay que atenderlo o te sumerges en las tinieblas de lo absurdo. El dolor que sentí en esta ocasión fue extraño, diferente.
Inició a ritmo leve en el brazo y antebrazo, hacia el borde externo, raro, pero alli avisándome de algo. Era de ambos lados e incluso más del derecho. Caminé de regreso a casa con fuerza, contento de comer con mis hijas y cumplir mi plan de 3 km diarios. Su presencia fue tolerable por la tarde, sin afectar mis labores de galeno. Luego, por la noche, constante, molesto, como si el ruido y la luz lo alejaran pero en la penumbra y el silencio se atrevía y arremetía. No me dejó dormir.
- Escrito por Dr. Jorge Luis Poo
- Categoría: Testimonios
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