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jueves, 05 diciembre 2024
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Perdonar para reconciliar pasado con presente

Diversos escritores han tratado el tema del enojo, del dolor, de la frustración e incluso del odio hacia el padre que cobardemente maltrata o abandona escudado en su poder o en el dolor del desamor o en el horror de no poder disculpar y afrontar las cosas como son.

Desde la mordaz Carta al Padre de Kafka dirigida a un padre abusador, opresor que la madre intercepta para evitar mayor dolor. Hasta el cuento ambientado en España, titulado «La capital del mundo» del gran novelista Ernest Hemingway en el cual se narra que el personaje principal, Paco, tiene una pelea con su padre y se escapa de casa.

Desesperado por encontrar a su hijo y traerlo de vuelta, el padre busca infructuosamente por todo Madrid. Finalmente, decide colocar un anuncio en el periódico local, que dice: “Querido Paco, nos vemos en el Hotel Montana al mediodía del martes. Todo está perdonado. Papá.»


En España, Paco es un nombre común. Cuando el padre de Paco llega a la plaza del hotel el martes, no puede creer lo que ve. Se ha enviado un escuadrón de la policía para controlar la multitud de ochocientos jóvenes, todos llamados Paco, todos buscando reconciliarse con sus padres, todos queriendo el perdón. Y es que todos buscamos en algún momento el perdón. 

Pero, ¿y qué hay cuando alguien no busca recibir el perdón?, si no otorgar el perdón para poder continuar la vida sin el dolor de vivir enojado con el pasado.

 

Y con este preámbulo y reto complejo se enfrenta Alma Delia Murillo, brillante escritora mexicana, de quien hoy hacemos un resumen tributo de su libro «La cabeza de mi padre».

 

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La cabeza de mi padre

Alma Delia Murillo

Penguin Random House

2022

204 páginas 

 

Argumento:

Memorias de una hija de 40 años que quiere encontrar a su padre; la última vez que lo vio fue 33 años antes. 

 

Narrador:

La hija, en primera persona. 

 

Sitios de la narrativa:

Una vecindad en la capital, en la Santa María la Rivera. 

Pueblos, o aldeas, del estado de Michoacán. 

 

Personajes:

La escritora

El hijo tentativo por fertilizar o adoptar. 

El padre finado y luego solo desaparecido, borracho, luego exborracho, PM.

La madre.

La abuela. 

Los hermanos. 

Las amigas. 

 

Frases destacadas:

 

1. Para mí abuela, todo lo malo, incluyendo el moreno color de mi piel, venía de mi padre. Todo lo bueno venía de ella, o de mi madre. Viejita cabrona (y niña babosa). Página 22.

2. Hace años que voy a terapia, soy hija de la posmodernidad y además renegada del cristianismo. Página 30. 

3. Atrapada entre el miedo al abuso y el deseo, así crecí. Después tuve que enfrentar a las dos bestias, la que te destroza aunque no quieras y la que te consume por dentro cuando la que quiere eres tú. Página 33. 

4. Eran mis quince. Por esos años recibí de mi hermana mayor uno de los saberes esenciales de la vida: el gozo y el dolor conviven indefectiblemente. El gozo y el dolor son inseparables, aprender a integrarlos es aprender la vida. La felicidad es un embuste, una superchería barata, una mentira con marca barata y perseguirla es un despropósito; aprender a emulsionar el gozo y el dolor es el camino. Página 37. 

5. Celebré el pase al infierno que me daban en la Iglesia porque para mí representaba un pase a la libertad. Página 43. 

6. De pequeña tuve una amiga en el internado donde estudiaba, cuya madre la había abandonado cuando tenía cuatro años, para irse con otro señor del cual estaba muy enamorada y que no era su papá. Una noche la encontré llorando en los baños a los que yo iba a leer, cuando apagan las luces en el dormitorio. ¿Qué te pasa, porque lloras?. Tengo miedo. ¿De qué tienes miedo?. Del Día de la Madre.

7. No hay Familia sin herida. Del deseo y la capacidad de traicionar esa herida para luego reconciliarnos con ella es que nos volvemos individuos nuevos. Cicatrizar con miel, decía mi abuela. Pero para que haya cicatriz se necesita una herida.

8. Porque, bien visto, al menos en este país, son los hombres quienes abortan masivamente; son los hombres que quienes abortan de facto a sus hijos, regiones de padres renuncian a millones de hijos, y no tuvieron que promover ninguna ley, ni arriesgar el cuerpo en una clínica insalubre, nada.

9. Mi madre me daba un mensaje: la pasión está permitida, el amor no se trata de “la persona correcta” sino de esto. Sentir está permitido, aunque duela. Pero es que sólo en el amor, somos depredador y presa, sólo el amor queremos matar y al mismo tiempo, mostramos el cuello como lobos, rendidos alcance de un te amo que podría ser más letal que el disparo de un Remington de casa bien cargado. Página 75

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10. Cuándo no podía más de frustración, empecé a comprar dulces en cantidades industriales, compraba cajas de galletas, pasteles, paletas de caramelo que masticaba, y luego escupía para no tragarlo y no engordar. Me destrocé los dientes. En realidad, terminé de destrozarme los dientes que de por si tenía frágiles porque la dentadura es un gran indicador de pobreza, los dientes son el fósil más revelador de las carencias o las condiciones de una vida humana. En una experiencia hermanas perdí un pedazo de un frontal incisivo y trabajé durante semanas con uno de mis hermanos grandes, vendiendo muebles en la calle, para sacar el dinero que me permitió pagar una restauración de resina. Siempre digo que mi dentadura es el coliseo romano, restaurarla ha sido un trabajo arqueológico. Página 87.

 

11. No creo que haya milagro más efectivo que el hambre. El hambre hace andar, al que no anda y correr al que no corre; el hambre hace trabajar y sudar. No hay mejor cardio que el trabajo físico incesante. Por eso las clases altas heredan generaciones de abúlicos, de huevones hipotiroideos, de falta de hambre, de desgano y atonía muscular convertidos en depresión. No se ofendan. No me lo tengan en cuenta. Déjenme despotricar a cambio de todos los años que escuché a patrones y maestros, sermonearnos y castigarnos por ser pobres por tener piojos, por tener anemia, insultando a mi madre, por haber osado traer al mundo hijos de la pobreza. No me lo tengan en cuenta, no se enojen conmigo. O si se enojan, venga, desahóguense ahora ustedes, yo invito, que para eso estamos este libro y yo. Faltaba más. Ya dije que soy hija de Ares, y me gusta soplarle al fuego. Página 93. 

 

12. En respuesta a un poema del cubano Roberto Fernández Retamar, la autora discrepa y dice: “los satisfechos no son felices, son cómodos; y la comodidad es una enfermedad degenerativa y mortal. El hambre es fuente inagotable de algo parecido a la felicidad si se busca la manera de saciarla. Felices los hambrientos digo yo. Felices los sedientos. Felices los incómodos. Felices los que nunca dejan de sentir hambre. Página 94

 

13. Y con el miedo no queda más remedio que aliarse. Con el miedo no hay que entrar en guerra, sino en alianza, eso también se aprende con los años. Ahora sé que los ansiosos somos legión. Si camináramos por las calles, mostrando nuestros dolores carencias y temores. Esto sería un espectáculo de contrahechos, fracturados, tullidos y tuertos. Existe una cofradía de la ansiedad, ustedes y yo:insomnes, hiperactivos mentales, taquicárdicos de la sala, de espera del consultorio médico, migrañosos de la oficina, flacos, maltrechos y devoradores sin remedio, sabemos quienes somos. Hay consuelo en reconocernos. Página 105.

 

14. Robar no está bien, pero tener hambre tampoco. Página 133

 

15. Esa era la esencia del amor de mi padre, un amor que esquivaba. Así terminé de afianzar la certeza (o debería decir la intuición?) de qué mi padre nos había amado tanto que se había sacrificado a ausentando se, que la manifestación más alta de su amor, era su ausencia. Página 160.

 

16. Hacerse adultos implica cometer una larga lista de asesinatos psicológicos: hay que dar muerte a parejas, amigos, creencias de origen. Es un recorrido ineludible, pero no por ello menos doloroso. Página 189.

 

17. El que renace y me da la maleta para el viaje pendiente , el que me alerta para no ser embestida por los caballos, ese es el padre que ahora vive en mi, porque, en efecto, el otro está muerto. Página 191. 

 

18. Mi abuela decía: “los hombres siempre vuelven”, cuando veía a una mujer sufriendo de mal de amores. Yo aprendí con los años que tenía razón. Por eso es que las abuelas son la literatura del mundo. Página 100

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Comentarios y/o críticas:

Novela feminista, de orgullo por lograr saberes, conquistar espacios, a fuerza de dolor  e inevitables pérdidas, descubrir la gracia de mantener un bajo perfil para poder triunfar, poco a poco, sin deslumbrar ni mucho menos alardear.

 

Alma Delia Murillo nos narra con divertidos trazos y sutil ironía que si se puede afrontar el fantasma de la pérdida y reencuentro del padre escurridizo, a veces desaparecido, a veces finado, no refinado, confinado en soledad a otra vida, de castigo auto-inflingido. 

 

Es un canto a la madre, guerrera incansable, protectora, a veces débil, a veces loba, que defiende y protege a sus hijos: “… fieros y juntos, siempre juntos, muertos de hambre, pero todos juntos”.

 

La autora no se chupa el dedo, con eso de las historias de familia. Arranca con una corazonada que le dice que debe buscar al padre alcohólico, desaparecido, antes de que muera, de poderse dar la oportunidad de reencontrar y tal vez de perdonar. Aunque el verdadero ejercicio de reparación viene también desde su madre-padre, la que le dio el mar y el barco para navegarlo, la que es frágil y también muy fuerte, la que es herida y a la vez perdona. 

 

Parece una historia de enojo, la protagonista está enojada con la vida, con ese Dios todopoderoso y contra los supuestos servidores del señor. Enojos de ella y enojos solidarios de tanta mujer pisoteada, mancillada. 

 

También es una historia de miedos, de complejos, de inferioridad, de ausencias, de mujer doliente, valiente, humillada, admirada, quemada, reparada, violada, amada, atropellada, seleccionada, rara. 

 

Un libro-crónica de un viaje a los infiernos, al reencuentro, al abismo de un inmenso barranco, un viaje valiente, sin promesas, sin alarde, tan solo cargado del  deseo de conocer al padre, para verle a los ojos y reclamarle 30 largos años de ausencia, padre alcohólico, abortista, desaparecido finado, decapitado, revivido, encontrado y luego infartado. Es posible que el padre se refugia en la lejanía, cada vez más apartado, por la vergüenza y la culpa sentida, camuflada por la bebida.

 

Un libro-tributo a la madre de 8 hijos, a las valientes Marcelas del capítulo XIV de Don Quijote, de mujeres que no por bellas, deben aceptar campantes el inesperado amor del ocurrente amante. 

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La escritora habla de la sinestesia de tacto-espejo, en un sentido de sufrimiento. En realidad, esa condición afecta a entre el 1,6% y el 2,5% de la población. Las personas con esta condición suelen tener mayor empatía afectiva y también mayor percepción del dolor proveniente del prójimo. La terapia habitual es intentar que el afectado centre su atención en su propio cuerpo y sus sentidos y no en el de los demás. Pero, se dice fácil hacerlo, pero muy dificil lograrlo. Es decir, muchos con esta condición siguen viviendo en el yo, los sucesos de algunos otros. Y tal vez ese sea el mensaje que nos deja Alma Delia sobre el tema de la sinestesia de tacto-espejo o de vista-espejo, o de oído-espejo, probarnos que tan empáticos somos con “el mundo de los otros”. 

 

Mención especial merece el poema de Fernández Retamar llamado: «Benditos los normales», de gran significado metafórico, pero a la vez retador, porque en el fondo es inevitable preguntar. ¿Y yo soy de los normales? (sin familiar controvertido, sin delito cometido, sin hombres débiles que abortan o abandonan por desamor), o bien ¿soy uno más de los “no tan normales” ?, que tan solo sigue caminando en vida, en busca de su misterioso y oculto sentido. 

 
Gran libro de invitación a la reconciliación que tal vez todos deberìamos leer, paa reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestro pasado que como duele se evita, pero asi por eso no lastima.
Bravo Alma Delia. 

 

Crónica-memoria escrita:

por Dr. Jorge Luis Poo

consultorio.jpoo@gmail.com

 

Referencias:

1. Murillo Alma Delia. La cabeza de mi padre. Penguin Ramón House. 2022. 
2. Kafka F. Carta al padre. 1919: https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Carta%20al%20padre,%20de%20Franz%20Kafka.pdf
3. Cita del cuento de Hemingway:  https://www.literatura.us/idiomas/eh_capital.html

4. Entrevista a la escritora: https://unlugarcomun.com/2023/03/05/la-cabeza-de-mi-padre/

 

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