Seguridad de la página de inicio
jueves, 21 noviembre 2024
Log in

LA ENSEÑANZA DE UNA MORDIDA DE SERPIENTE

 En un rincón del famoso y polémico libro de Nietzsche, aquel escrito para todos y a la vez para nadie, se cuenta que un día Zaratustra, el antíguo filósofo persa del siglo VII, A.C., descansaba debajo de una higuera cuando de pronto le despertó el dolor de una mordedura de serpiente en su cuello. Este animal, como bien se sabe, representa a la naturaleza, a lo terrenal, a la oscuridad y a la maldad, pero también el conocimiento, la riqueza y la fortaleza. Para otros, simboliza la traición perpetrada a escondidas, el genio del mal, de las tinieblas, sinuosa y escurridiza.

Asi las cosas, cuando Zaratustra voltea para encontrar la causa de su dolor visualiza a la serpiente, que torpemente trata de huir, y le dice: "espera, espera, quiero agradecerte por despertarme a tiempo porque debo continuar mi camino y me espera un tramo largo." Entonces la serpiente responde tristemente, "..ni tan largo, porque mi veneno es mortal y no llegarás lejos." Entonces, Zaratustra le contesta, "... acaso, ¿has visto que un dragón muera por el veneno de una serpiente.? Toma tu veneno que no es suficiente. No eres suficientemente rica para regalármelo". Entonces, la serpiente se acercó de nuevo, le lamió la herida y se tragó su propio veneno.

Mucho se ha escrito del simbolismo de esta historia. Todo indica que lo que hace nuestro protagonista es afrontar lo ocurrido con gran astucia y sabiduría. Algunos comentan que su mérito es haber logrado devolver a la vibora su afrenta, con una sutil y elegante cachetada, demostrándole que la herida no es grave y que él puede salir adelante por su poderío simbolizado en el vigoroso dragón que porta el fuego, la luz que disuelve las tinieblas de la ignorancia. Otros piensan que Zaratustra debió castigar y matar a la víbora como una venganza por semejante atrevimiento. Sin embargo, Zaratustra lejos de tan solo confrontarla, le agradece y le permite salir con dignidad de la afrenta. Sin duda una bella anécdota que invita a la reflexión.     

En la antigua tradición Zoroástrica (de hace 2,700 años), una aNietzsche Munchntigua religión basada en las enseñanzas del profeta Zaratustra, se relata la lucha del bien contra el mal, el reto eterno de la humanidad. En la actualidad, el  reto enorme ya no es de una serpiente que nos muerde sino de un virus que se se oculta traicioneramente en el aire e invade nuestras profundidades, lesiona nuestros tejidos, e infringe dolorosas heridas e incluso a veces provoca la muerte. 

¿Qué hace entonces el descendiente del nuevo Zaratustra del siglo XXI ? Pues les narraré un par de historias para imaginarlo. 

Miguel, es un hombre joven con cirrosis hepática. Vive rodeado de mar, con su mujer y sus hijos. Hace 7 años, cuando trataba de entender porqué no le llegaban los hijos, le hicieron pruebas y le detectaron plaquetas bajas y alteraciones en las enzimas hepáticas. Gracias a los estudios logró el embarazo y llegaron sus anhelados hijos, pero a la vez inició su peregrinación en el mundo de los doctores, para tratar de curar su hígado. Le dijeron que tenía un mal llamado cirrosis viral C y que no había mucho por hacer. En realidad, él si supo qué hacer. Buscó y perseveró hasta encontrar un protocolo que le permitió eliminar el virus y además inició con un fármaco para reducir la fibrosis. Agregó tardes de voleibol con sus amigos y de vez en cuando se acordó de evitar excesos de pan, tortillas y harinas en su alimentación. Más recientemente aprovechó la opción y se vacunó contra el virus de la pandemia del siglo XXI. Todo parecía ir con viento en popa hasta que algunos familiares enfermaron de COVID y el virus también llegó a su garganta y tristemente corroboró que el antígeno COVID le salió positivo. Pues, pese a todos los pronósticos fatalistas y de su enfermedad hepática crónica, resulta que ya cumplió 2 semanas desde el inicio de sus síntomas y se siente fenomenal, sin fiebre, sin tos y con buena oxigenación. Se prepara ya para regresar a su labor de profesor. Por lo tanto, yo tomo un cachito de su vida para ilustrar ese tipo de personas que eligen cuidarse y combatir para estar bien.

Existe otra clase de personas que, debido a su excesiva despreocupación, llevan un estilo que les induce a una acumulación de excesos, algunos de placer hedonista o físico y otros a la simple ausencia de apegos que les lleva a circular libremente y sin compromisos por todos los rincones de la vida. Una de esas personas era Eulalia, de robusta y desgarbada figura que durante años disfrutaba de abundantes comidas y bebidas, de viajes y veladas con amigos y con desconocidos y otra más de pasiones sin memoria, sin medida. Hasta que un mal día le sorprende la mordida del virus del COVID-19. En ella el desenlace no fue feliz y terminó en su defunción. 

Me dirán que, ¿qué clase de historia narra la crónica de una muerta? Les diré que hay muchas, demasiadas incluso, que quedan sepultadas en el olvido de la memoria, que no llegan al recuerdo que a veces todo lo deforma, pero que al menos honra su memoria. En realidad, esta crónica no es una historia de crimen y castigo. Tal vez, tan solo sea una invitación a recordar que nuestras decisiones tienen consecuencias y que la vida muchos rostros. De las reflexiones aprendemos que a menudo las grandes historias surgen como semillas huérfanas, que crecen a pesar de inclemencias y que no todas logran cosechar glorias. La vida es como es y escribir sobre ella permite, a veces, describir sus sorprendentes variaciones que reflejan diversas evoluciones.  

imagenes de el bien y el mal

Según el inglés Thomas Hobbes, el ser humano primitivo es la suma de sus facultades y poderes naturales donde existe una parte animal que le hace violento y agresivo, por naturaleza. Basados en él, podríamos decir que la opción de vivir escuchando noticias trágicas de muertes y tragedias es natural y aceptado por ese ser primitivo que todos llevamos dentro. En cambio, según el francés Jean Jacques Rousseau, el hombre es bueno por naturaleza y son las circunstancias que lo cambian. Para el alemán Immanuel Kant, el hombre no es ni bueno, ni malo por naturaleza, sino que elige ser de una u otra forma. Y esa elección es lo hermoso de la historia del hombre sabio que es mordido por una serpiente. En lugar de elegir venganza y matar a la serpiente, decide confiar en su fuerza interior (¿el conocimiento o en la actualidad la ciencia?) y dar a su enemiga una respuesta basada en su fortaleza que resume su preparación previa. 

El mensaje aquí es sobre la voluntad de cambiar o de afrontar que se opone al concepto de inmovilidad o de sumisión al infortunio o al destino aparentemente predeterminado. En la lucha simbólica contra el nuevo virus, la preparación de Miguel supera al descuido de Eulalia. Muchas veces para curar las heridas de las  guerras, no solo cuenta las pócimas preparadas por los buenos curanderos, sino la preparación física y espiritual de los guerreros. El ser de Miguel sugiere un entramado más armónico que se prepara para enfrentar el infortunio, no porque sea un gran luchador, sino más bien un reflexivo guerrero. 

Y tú, ¿cómo serás mañana en la batalla, un Miguel o una Eulalia ? 

Jorge Luis Poo

consultorio.jpoo@gmail.com

Referencias:

1. Villamor Iglesias Alejandro.Nietzsche y Así habló Zaratustra. Análisis. Revista Colombiana de Humanidades, vol. 51, núm. 95, pp. 465-488, 2019

2. Cisneros Araujo, María Eugenia. La naturaleza humana en Hobbes: antropología, epistemología e individuo. Andamios [online]. 2011, vol.8, n.16, pp.211-240.

3. Cuadro basado en la portada de la obra sinfónica de Richard Wagner. https://loff.it/the-music/clasica/el-amanecer-de-asi-hablo-zaratustra-301661/