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domingo, 05 mayo 2024
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Tres momentos del arte mexicano

Según Lavive Massa, Mérida es sede de una impresionante exposición de las obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Dr. Atl, parte de la “Colección de pintura del Banco Nacional de México”.

 La Casa de Montejo alberga 30 piezas divididas en tres etapas de la historia de México: el Virreinato (que abarca los siglos XVI, XVII, XVII y la primera década del XIX), y el siglo XIX y XX.

 En el virreinato, los principales temas eran religiosos, y también se trabajaba el retrato, las escenas históricas, los temas mitológicos, los paisajes y las pinturas de castas. De esta etapa destaca el retrato de Sor Juana Inés de la Cruz pintado por Fray Miguel de Herrera en 1773.

 La pintura de castas mostraba los distintos grupos de la población según sus orígenes de la raza y cómo se mezclaban entre sí.

 En la tercera década del siglo XIX numerosos artistas europeos llegaron a México y desarrollaron géneros de pintura de paisaje y costumbrista, que ayudo a fomentar el nacionalismo.

 Al terminar la Revolución Mexicana en 1921, una nueva generación de artistas buscaba difundir los ideales y las expectativas del México post revolucionario, de donde surgieron Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

 Y en los años cincuenta los artistas que no querían incursionar en el muralismo formaron el grupo conocido como la generación de la ruptura, que exploró el surrealismo.

 El tema de la salud preocupó a Diego Rivera toda su vida. Hizo estudios de anatomía humana, para ser mejor dibujante; eran grandes sus conocimientos en herbolaria, especialmente la de los antiguos mexicas; los años que pasó junto a Frida Kahlo, enferma, lo hicieron también acercarse a muchos médicos. Fue amigo de Ignacio Chávez, considerado el padre de la cardiología en México, así como de Benjamín Trillo, eminente cirujano y director del Hospital de Jesús.  En el mural anexo se representa su magna obra "El pueble en demanda de mural", que se exhibe en el Centro Médico Nacional "La Raza". 

 Rivera pinto un paralelismo social y mitológico tanto de la medicina prehispanica como de la actual, pero siempre teniendo en cuenta una perspectiva social e histórica que engloba magistralmente el pintor, en un solo mural hecho al fresco y con una base de mosaico veneciano: franja policromatica representada por dos serpientes que nacen en  ángulos opuestos y con un movimiento virtual hacia el centro, punto donde se encuentra una cabeza simbolizando la vida y la muerte: eterna preocupación de la humanidad por vencer las enfermedades para preservar la especie.

 Aunque no se incluye en la muestra, mencionamos aqui a Siqueiros por ser uno de los grandes del muralismo y porque realizó el mural “Por una seguridad completa y para todos los mexicanos” que es una de las realizaciones más completas del artista, desde el punto de vista evolutivo y estético. Esta obra se ubica en el vestíbulo del auditorio del hospital Centro Médico Nacional La Raza. Esta ejecutado sobre una estructura espacial hecha exprofeso para ella por el arquitecto Enrique Yañez, conformando con estructuras metálicas una “caja de aire” con planos verticales y esquinas curvas; es decir, una especie de concha. De esta manera se obtiene una visión integral, dando al espectador la sensación de que el mural lo envuelve. Sobre el título de su mural, el artista dijo: 

 

“El desarrollo del Seguro Social en México constituye uno de los éxitos más importantes de la revolución mexicana…(que) se ha venido gestando en los dos últimos decenios…Nadie podría negar lo transcendente de la obra (del IMSS)…Falta sin embargo mucho por hacer…para cumplir su cometido histórico, tendría que abarcar todos los problemas de la seguridad social y en escala nacional. De ahí el motivo de mi mural en el Hospital de la Raza.” La obra fue concluída el 31 de julio de 1954 y tuvo un costo de 150 mil pesos.

 El segundo artista de la retrospectiva en la Casa Montejo, en Mérida es José Clemente Orozco, otro más de los grandes muralistas mexicanos, también originario del estado de Jalisco.

 Su obra se enmarca en el grupo de pintores y muralistas mexicanos, junto a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Estos muralistas expresionistas mexicanos anticiparon las tendencias neorepresentativas o neoicónicas que se dieron hacia 1960.

 A diferencia de Rivera y Siqueiros, Orozco retrata la condición humana de forma apolítica; se interesa por valores universales y no insiste tanto en valores nacionales, de ahí que sus imágenes más características comuniquen la capacidad del hombre de controlar su destino y su libertad ante los efectos determinantes de la historia, la religión y la tecnología.

 Sorprendentemente, para un artista, perdió la mano izquierda en 1904 (a sus 21 años) debido a un accidente. “La mano humana es el arma con la que Orozco crea, destruye y transforma la realidad”, dijo el escritor Ernesto Lumbreras entrevistado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) el pasado 2 de agosto, durante la presentación del libro "La mano siniestra".

 En 1940, realizó la obra Dive Bomber, en el Museo de Arte Moderno en Nueva York para la exposición "Veinte siglos de arte mexicano". Su tema muestra el gran peligro que tiene encima la humanidad: el fantasma de la guerra. Su estilo está fundado en un realismo de carácter expresionista, conscientemente ligado a las viejas tradiciones artísticas mexicanas, de violento dinamismo y amplísima factura.

 “Orozco fue un pintor comprometido con las causas sociales, en las que plasmó un realismo ferozmente impresionante. Él plasmó también la penosa situación del africano. Para él, el muralismo es la forma más desinteresada de hacer arte, porque no puede hacerse de ella un uso particular, sino que tiene una trascendencia social. Es, por lo tanto, el arte más puro y derecho para que el pueblo lo vea y lo confronte”.

 

Murió el 7 de septiembre de 1949 en la Ciudad de México, mientras trabajaba en los primeros trazos de un mural en el edificio multifamiliar Miguel Alemán. Fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México.

 Finalmente, Gerardo Murillo, otro de los grandes artistas mexicanos, conocido por el seudómino Dr. Atl a quien también se le brinda homenaje, en la casa de Montejo, tiene curiosos detalles de salud en su vida y obra. Escogió a Atl, como un homenaje al agua ("el agua maravillosa de su alegría de vivir") y decidió ponerse el título de doctor, más como filósofo estudioso de la vida que como galeno.  

 En realidad no se identificó con los muralistas, su obra principal es de paisajista y vulcanólogo. En 1943, su pasión por los volcanes se premió al permitirle presenciar el nacimiento del Paricutín. De hecho, luego escribio un libro denominado "Cómo nace y crece un volcán". Lamentablemente, su pasión por escalar se detuvo cuando, por complicaciones diversas y problemas vasculares, le amputaron una pierna. Al parecer tuvo que entrar de emergencia en un hospital de maternidad y el Dr. Palacios Macedo le intervino. En una de las entrevistas que le hizo Zabludowsky, dijo con humor: "Creí que iba a tener un niño, pero me cortaron la pierna y salí sin niño y sin pierna”. 

 Murió el 15 de agosto de 1964, a los 89 años, "soltero y feliz", de problemas respiratorios. No se sabe si se debe a que respiró y absorbió durante meses las fumarolas del Paricutín; es posible que le ocasionaron intoxicaciones graves, trastornos nerviosos y accidentes físicos. Sus restos se encuentran en el Panteón de Dolores, en la Rotonda de las Personas Ilustres

 A Raquel Tibol le reveló: “Solo hay una cosa más grande que el amor, el no amar. Desgraciado del hombre que ama a una mujer más de una hora. Prolongar el placer es disminuirlo. El hombre que se casa es un imbécil elevado a la categoría de héroe”. Como epitafio declaró:

 “He caminado sin reposo toda mi vida por los caminos del mundo, a través de los desiertos, sobre los montes, bajo los follajes espesos y húmedos de las selvas y por las calles intrincadas de las ciudades, mis piernas se han encajado en mi vientre, tanto yo he caminado, pero ahora yo me reposo sentado a la sombra de un árbol, contemplo tranquilamente la ruta sin fin que se extiende hacia atrás y hacia adelante. Pocas cosas he visto durante mi peregrinación: una mujer, pocos hombres, muchas nubes y muchas estrellas en el cielo”.

 

Referencias:

 

1. http://laverdadnoticias.com/tres-momentos-del-arte-mexicano/565258/

 

2. https://elespiritudelchemin.wordpress.com/2013/07/13/el-pueblo-en-demanda-de-salud-historia-de-la-medicina-en-mexico-diego-rivera/

 

3.  https://armandoasis.wordpress.com/2011/04/08/los-murales-de-rivera-y-siqueiros-en-el-centro-medico-nacional-la-raza/

 

4. Espejo, Beatriz (1994). "Dr. Atl: El paisaje como pasión". Coyoacán, México: Fondo Editorial de la Plástica Mexica.

 

5. http://quo.mx/revista-quo/2013/10/02/el-revoltoso-dr-atl.

 

6. https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Clemente_Orozco