Klimt y el poder curativo del beso
- Escrito por Lina Zerón
- Publicado en Arte y educación
Un pequeño homenaje en el 150 aniversario de su nacimiento
Cuando murió el austriaco, Gustav Klimt, los críticos, la prensa y otros artistas, se preguntaban: ¿quién llenaría el vacío dejado por el pintor?, que no sólo fue uno de los más grandes de su generación, sino el representante de uno de los movimientos más vastos e importantes del arte moderno, fue la encarnación más viva de un ideal nacional. Su obra, es, entre todas, significativa, ya que en unos siglos bastará con una sola pintura de Gustav Klimt para dar idea del arte decorativo moderno.
Debiera decirse que Klimt, entre su intelectualidad, a veces excesiva, pero siempre justificada por su realización plástica y su norma de belleza exterior, siempre razonada en el ideal espiritual de la composición, es, por excelencia, el artista moderno equilibrado. Y esta cualidad, primordial en toda su producción, es la que le ha permitido ser la personalidad más fuerte y más fuertemente adecuada del arte de su patria y lo que hace único a Gustav Klimt, es el ser, a un tiempo, insuperablemente decorativo en su apariencia y profundamente intenso en su concepción.
Sus retratos tienen, en su voluntad de personalización, unido al sentimiento característico del modelo, un ritmo en todos sus detalles que los hace equivalentes a pinturas murales; y sus composiciones todas tienen, unida a su armonía exterior, una agudeza de caracterización que hace de cada una de sus figuras un personaje independiente. Y todo, belleza exterior y profundidad, expresiones y tonos, todo entra en un sentimiento único de originalidad incomparable.
Una pintura de Klimt es inimitable e inconfundible, y no sólo por el acuerdo único entre su idea y su representación. Tonos que, más que vibrantes por su agrupamiento, se imponen por su calidad inaudita; líneas razonadas pero siempre imprevistas; y, por fin, cubriéndolo todo con una riqueza y un refinamiento de lejano orientalismo, el detalle, ese acierto de los mil detalles jamás vistos que son, quizá, la característica más definida del arte vienés. Y luego, por debajo de esa apariencia casi fantástica, la fuerza de la ciencia, de la técnica apretada, de la rigidez constructora, ese dominio insustituible del «oficio» que permite todas las audacias, las justifica todas, las confirma y las hace viables y que poquísimos, entre los que tienden a la sugestión exterior, poseen. La “columna de la vida” aprisiona las figuras, que luchan por liberarse del manto y ello encarna simbólicamente los esfuerzos de Klimt por desprenderse del peso de su pasado estético.
Resulta significativo que, en las revisiones de la obra, eliminó el fondo dorado para incorporar el verde oscuro de nuevo a su estilo. La pintura se realizó en el momento álgido de la fama y el reconocimiento mundial de Klimt. Junto con Renoir, fue uno de los participantes más famosos de la Bienal de Venecia de 1910, donde se le asignó una sala propia y fue elogiado por una ciudad deseosa de comprar su obra. El contenido alegórico de esta pintura podría reflejar también la difícil situación política de la época previa a la Primera Guerra Mundial, después de que Austria se anexara Bosnia en 1908.
Gustav Klimt Nació el 14 de julio de 1862 en Baumgarten, cerca de Viena, en el seno de una familia de tradición artesana que, en parte, reflejaba la pluralidad nacional del Imperio austrohúngaro. Su madre era vienesa, y su padre, Ernst Klimt, orfebre de origen bohemio que orientó a sus tres hijos varones –del matrimonio nacieron también cuatro hijas- hacia su mismo camino profesional.
De esta forma, Gustav Klimt, el mayor de los varones, ingresa en 1876 en la Escuela de Artes Aplicadas del Museo Imperial de Arte e Industria de Viena, institución fundada pocos años antes con el fin de mejorar la situación de las artes industriales en el Imperio. Allí se hará con una sólida formación técnica y teórica y, al terminar sus estudios en 1883, constituye con su hermano Ernst y su compañero Franz Matsch la “Compañía de artistas”.
En 1888, Klimt había pintado para el Consejo Vienés una vista interior del viejo Burgtheater que le valió en 1890 el Premio del Emperador. Con menos de treinta años, Klimt era ya uno de los artistas más prestigiosos de Viena. La muerte de Ernst en 1892 pone fin a la “Compañía de artistas”, pero la reputación de Klimt alcanza su cima apenas dos años después, con el encargo de tres paneles sobre la Filosofía, la Medicina y la Jurisprudencia para el techo del Aula Magna de la Universidad, también en el Ringstrasse vienesa. A partir de entonces, el idilio de Klimt con la Administración imperial empieza a enturbiarse. Así, en1897, el pintor encabeza la fundación de la Secesión, un grupo de artistas y arquitectos vieneses que se separa de la Asociación de Artistas con la declarada voluntad de afirmar la modernidad artística y poner la escena vienesa en contacto con las nuevas tendencias europeas.
Klimt no se casó, aunque tuvo varios hijos naturales, de los que reconoció al menos tres. La obra de Gustav Klimt reúne: la singularidad, la impresión de que en ella se encierran claves íntimas; pero, al mismo tiempo, es una síntesis casi exhaustiva de las inquietudes, tendencias y lenguajes del nuevo siglo. Klimt alentó la modernización y la apertura del arte austriaco a las tendencias europeas; en él confluyen la influencia del Jugendstil lección de impresionistas y pos-impresionistas franceses con la herencia simbolista del romanticismo alemán y nórdico.
Klimt fue famoso por usar oro y representar mujeres desnudas en sus pinturas, utilizaba modelos que pertenecían a la burguesía vienesa, pero también tenía un séquito de mujeres prostitutas o de vida humilde que le servían de musas. El tema que trata en la mayoría de sus cuadros es la sexualidad femenina recorriendo el ciclo de la vida en todas sus etapas: procreación, gestación, infancia, juventud y vejez, salud y hermosura, enfermedad y muerte. Sus mayores trabajos incluyen pinturas, murales, bocetos y otros objetos de arte, muchos de los cuales están en exposición en Viena. Gustav Klimt murió el 6 de febrero de 1918. Unos dicen que fue a causa de un derrame y otros, de un infarto y actualmente se afirma que fue de neumonía, unos meses antes del colapso del Imperio Austrohúngaro, y fue enterrado en el cementerio vienés de Hietzing, donde sigue hoy. Un número considerable de sus obras fue confiscado por la dictadura nazi. Al avance de las tropas enemigas, y al ver que sus obras se convertirían en botín de guerra, decidieron quemar el castillo donde éstas permanecían confiscadas.
En junio de 2006 una de sus pinturas, el retrato de Adele Bloch-Bauer, se convirtió en la segunda pintura más cara de la historia de la pintura, al venderse por 135 millones de dólares adquirida por el magnate de los cosméticos Ronald Lauder, la primera es el "Jackson Pollock # 5 ,1948" al venderse en una subasta por 140 millones de dólares.
En 1908, pinto “Der Kruss (el beso)”, obra cumbre de la 'etapa dorada' de Klimt. Este "beso" cambió el mundo. Tanto el cuadro como Gustav Klimt representan el Modernismo, una época de innovación. Este cuadro es un óleo sobre lienzo de 180 x 180 centímetros, realizado entre 1907-08. Klimt se atrevió a mostrar la superioridad erótica de la mujer con el simbolismo sensual, las expresiones de descaro, los dorados y los motivos geométricos de las vestimentas y los tocados de sus personajes. En la bibliografía reciente se ha interpretado este lienzo, desde la óptica de la iconografía, como una representación simbólica del momento en que Apolo besa a la ninfa Dafne que se está convirtiendo en laurel, de acuerdo con el relato de la metamorfosis de Dafne que se encuentra en la obra de Ovidio. Dicho cuadro ha tenido gran influencia en el video de la abertura del anime Elfen Lied. Existe, asimismo, una canción, "El beso de Klimt", inspirada en este cuadro, y obra de la polifacética artista madrileña Virjinia Glück.
El Palacio Belvedere es el que tiene la mayor colección de lienzos de Klimt, entre estos El beso. En octubre de 2011, se dio lugar a una muestra del pintor junto con el genial arquitecto y diseñador Josef Hoffmann.
Los grandes coleccionistas privados también participarán en la conmemoración de los 150 años de su nacimiento. En el museo Albertina, a partir de marzo de 2012, se podrán ver unas 170 obras de colecciones y propiedad de este museo, que dan muestra de las diversas facetas creativas de Klimt, en las que dará lugar a estudios de los dibujos del artista. Sus cuadros, ornamentados en oro, se cuentan actualmente entre los más caros del mundo.
En una biografía reciente, se afirma que en febrero de 1918 Klimt sufrió un ataque que le paralizó la parte derecha del cuerpo: ya no podía pintar. En el hospital sólo requería la continua presencia de Emilie Flöge y detestaba que cualquier mujer pudiera verlo en un estado tan frágil y deplorable. Ese mismo mes, cuando Viena estaba sumida en una epidemia de gripe, sufrió una neumonía que lo llevó a la muerte. Descanse en paz este genio de la pintura universal.
Propiedades del beso
Con un beso en la boca se forman sustancias que estimulan la producción de hormonas y se activan las células. El corazón palpita incrementando las aspiraciones respiratorias que activan el flujo sanguíneo y a la vez se inflama una parte de la mucosa nasal, lo que potencia la capacidad olfativa.
Los labios se sienten algo más calientes por haber mayor afluencia de sangre. Todo esto es una clara preparación del cuerpo para el acto sexual. Pero, aunque del acto sexual no llegue a ocurrir, el beso será una reacción útil que beneficia al organismo al estimular toda una serie de funciones corporales. De manera que el beso, este sencillo acto de relación humana, es más importante y complejo de lo que a primera vista parece”, comentan Xavier Fauchet y Christiane Noetzlin en el libro El beso.
La actividad tiroidea se acrecienta y el pulso pasa de 75 a 150 pulsaciones por minuto. Al final de un beso apasionado una pareja habrá quemado alrededor de 12 calorías y habrán estado en contacto con más de 250 bacterias- (que si se piensa bien … ¡ poco importan!).
El cerebro amoroso fabrica endorfinas naturales contra el dolor que vuelven al sujeto más receptivo al estímulo del placer. “Los amantes sienten una euforia que disminuye sus necesidades vitales como sueño y nutrición. Sin embargo su cerebro se acostumbra a ese baño de endorfinas y para experimentar el mismo placer y la misma plenitud exige dosis cada vez más importantes de besos, pues la boca es imán de inmensos deseos que suscita un juego de cientos de sensaciones olfativas, sensitivas y gustativas.
Por otra parte, “…el beso es el único de todos los actos en los que se utilizan los cinco sentidos al mismo tiempo: Lo cenestésico, lo auditivo – porque el sonido del beso tiene un erotismo en si mismo- , lo gustativo, lo olfativo y lo visual, porque besar con los ojos abiertos o cerrados nos lleva a dimensiones totalmente distintas”, afirma el psicólogo norteamericano David Coleman autor del libro Inteligencia emocional que ha estudiado el comportamiento humano respecto al beso.
El beso con los ojos cerrados- continúa Goleman- nos lleva a una dimensión interna de sensaciones que para muchos hombres es difícil contactar, por eso hay muchos hombres que besan con los ojos abiertos.
Indescriptible, mágico e indescifrable, el beso nos hace entrar a una dimensión que ninguna palabra puede describir.
BESOS DE TREN
Besos secretos en estrechos callejones.
Un grito de amor en el puente rojo.
Campanadas con olor a besos.
Besos de escalera,
de semáforo,
de andenes,
de señoras puritanas.
Besos en el arco de piedra,
en la muralla,
bajo mi falda.
Besos en un restaurante,
a media calle,
entre mis senos.
Besos de numeración exacta
con los pies en la cabeza,
besos y besos y besos
besos arabescos por todo el cuerpo.
Hoy los sitios preguntan por nosotros.
quieren tener más besos locos
de los que dejan rastro,
de los que quedan escritos,
de los que platicará la gente,
señalando una estatua de labios.
Los mercaderes de besos
contarán nuestra historia:
“Fuimos testigos de la pareja beso,
ella iba de rojo, el de verde,
sus bocas eran de/lirio,
una fábrica de ávidos besos.
Lina Zerón
Fuente: 1. Gustav Klimp. El beso. Wikipedia.
2. Xavier Fauchet y Christiane Noetzlin. El Beso. Edicions La Campana. Barcelona 1988.
3. David Goleman. Inteligencia Emocional. 1995