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domingo, 19 mayo 2024
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Lucia del Báltico

Demasiado amor para un alma melancólica

Sin duda que la vida es muy generosa. Como médico he tenido el privilegio de haber sido escogido por hombres y mujeres aquejados por diversos síntomas de sufrimiento físico, psicológico o espiritual. La pérdida de la salud no es poca cosa. El ser humano reacciona de diversa forma ante la enfermedad, ya sea con dolor, con rabia, con negación, con desesperación, angustia, miedo o bien con estoicismo liberador.


Sin embargo, hay almas que ante la adversidad construyen nidos que cobijan, que inventan espacios de paz o serenidad que invitan a la reflexión. Tal es el caso de mi querido paciente y amigo Gerardo Cornejo, escritor sonorense de pura cepa, comprometido con su terruño, con su familia y con el mundo. Dicen que hay almas que crecen ante la adversidad, que viajan más allá de su propio dolor para transmitir mensajes profundos para reflexionar.

Lucia del Báltico, es su más reciente obra, que ve la luz editorial en septiembre de 2012, por la editorial Plaza y Valdés. Yo inicie su lectura el 5 de septiembre de 2013, a las 5:30 de la madrugada, en un viaje tormentoso y gratificante a mi terruño.

Tormentoso por la larga espera en el aeropuerto, por la intensa lluvia de temporada y a la vez gratificante por compartir emociones con mi gente querida en San Cristóbal. Lo terminé en la madrugada del 6 de septiembre, (a las 0:15 am) incapaz de resignarme e irme a dormir sin conocer el final.

Esta breve historia de la adolescente Gunilla narra un viaje en barco, un elegante trasatlántico con destino a Escandinavia. En la mesa 10 trascurre la existencia de inolvidables personajes que aceptan compartir fragmentos de sus vidas, historias íntimas que resisten el escrutinio crítico y mordaz de la audiencia. Inicia con el alma italiana del hermoso, carismático y apasionado Brunello, “fatto de vigneto e oliveto”, que al lado de su fugaz amada descubre a “odorare il perícolo”. La historia de amor de la bella argentina Chela Gómez y el aventurero noruego Asbjorn Ludvig.

La generosidad, la compasión y la virtud del arquitecto danés Christensen. La atrevida decisión de Vibeke, la pintora Picassiana que se atreve a compartir sus ingratas vivencias con el fauno inmortal Picasso, con el fin de alcanzar su sueño y a pesar de atinadas advertencias. La tragedia del holocausto del relojero finlandés Hannu Nikanem y su amigo Unrro Hanínem.


Las gemelas Salka y Valka y su periplo sexual existencial. El amor intenso, convencido y doliente de Giuliana Fransinetti, la bella ragazza toscana. Hasta el egoísta enfoque utilitario de la vida de Torbojorn Ingemarson, el diplomático y mercader sueco que negocia con los nazis y con la tragedia de los otros.

Y entre cada fragmento de vida se desliza, agonizante, la historia de la adolescente Gunilla, un alma melancólica, incapaz de disfrutar la cotidianidad de su tiempo, aquejada por una gris melancolía, “un deseo recurrente de una necesidad de estar a solas”, de “sentir los silencios hondos y habitados por eternidades”, “del mar que la sedaba con un rumor eterno”, “de un azul de superficie marina, hasta un celeste de espacios infinitos”, de escapar a lugares y rincones inhóspitos y solitarios que le ofrecen un engañozo, pero relajante cobijo a su angustiante realidad. De pronto en esta travesía fantástica, descubre al lado de un idílico Romeo, representado por el amoroso joven Brunello, “la brutal contundencia de la irreversibilidad del tiempo y aprende para siempre la vieja lección de vivir el aquí y el ahora”.


Gunilla y Brunello, jóvenes apasionados, confirman la tragedia de la pasión incendiaria. Un buen pretexto para el maestro Gerardo Cornejo que recuerda a Fellini diciendo que “la vida es más placentera cuando se la recuerda que cuando se la vive. Y es que a lo mejor eso se debe a que cuando se la recuerda, uno está fuera del alcance de los sufrimientos, de la cotidianidad que restan placer al vivir. Y es que el vivir cansa, desgasta y deteriora, mientras que el recordar reconstruye y regocija aunque, a veces, también duela.”

Heridas profundas que solo se cierran con la sabia de un generoso deseo de sobreponerse y recordar la esencia de lo efímero de lo bello: “te toco si estás y si no estás te pienso”. Sin embargo, la juventud simbolizada en la joven Gunilla no supo enfrentar la dolorosa imagen de una vida sin Brunello, ni manejar la nostalgia del futuro con el amor perdido. El corazón de la frágil Julieta enamorada no resiste la prueba de la inminente pérdida y termina cristalizado en las gélidas aguas del Báltico.

Bravo!!!, maestro Cornejo, tu cerebro, genial e iluminado, nos ha regalado instantes de eternidad en un sencillo y generoso pequeño gran libro.

Fuente: Lucía del Báltico. Editorial Plaza y Valdés, 2013