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sábado, 23 noviembre 2024
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Interacciones entre los medicamentos de uso común y el alcohol

El alcohol al beberse, ingresa al tubo digestivo, pasa a la sangre y luego se traslada a los diversos sitios en donde genera sus efectos, principalmente al cerebro. Al cabo de un tiempo se metaboliza en el hígado para después perder su efecto.

Los medicamentos atraviesan el mismo proceso. Al ingerirlos, pasan del tubo digestivo a la sangre y de allí a los sitios en donde tienen su efecto.

El problema puede presentarse cuando se ingieren en simultáneo y son metabolizados por las mismas enzimas, ya que estas metabolizan menos ambas sustancias, provocando que tengan un mayor efecto.

Es necesario remarcar que esta situación se produce cuando la persona ingiere alcohol en forma aguda, por ejemplo, en una fiesta o evento social. En cambio, cuando se bebe en forma crónica, el alcohol estimula de tal forma las enzimas que el cuerpo genera mayor cantidad, provocando que algunos medicamentos se metabolicen más rápido. Esta situación ocasiona que ante la dosis habitualmente indicada, el efecto sea menor.

El Ibuprofeno es un medicamento indicado para aliviar la fiebre, la inflamación y el dolor como el dolor de cabeza, dolor muscular, dolor de muelas, migraña o dolor de vientre. Además de esto, también puede ser utilizado para aliviar los síntomas de la gripe y del resfriado común.

Este medicamento pertenece a la familia de los antiinflamatorios no esteroideos (AINES) y posee acción antiinflamatoria, analgésica y antipirética.

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Tomar ibuprofeno para aliviar el dolor de cabeza típico de la “cruda o resaca” tras haber ingerido alcohol supone una mala idea. Las razones son varias y quedan expuestas a continuación.

Los antinflamatorios no esteroideos pueden producir, como efecto adverso, una lesión sobre la mucosa gástrica. La ingesta concomitante de alcohol potencia este poder ulcerógeno por incremento de la secreción ácida gástrica.

Estas lesiones en el estómago provocan epigastralgia (dolor de estómago), pirosis (acidez de estómago) e incluso en casos de ingestión crónica, la aparición de úlceras y hemorragias digestivas.

El problema puede presentarse cuando ibuprofeno y alcohol se ingieren simultáneamente y son metabolizados por las mismas enzimas, ya que éstas metabolizan menos ambas sustancias, provocando que tengan un mayor efecto.

Cuando se realiza una ingesta ocasional aguda de alcohol, se produce una menor metabolización del ibuprofeno, lo que da lugar a un efecto más prolongado y a un posible riesgo de toxicidad si no se separan suficientemente las dosis.

Una graduación alcohólica mayor de 30º incrementa la biodisponibilidad del alcohol. Cuanto mayor sea la alcoholemia, mayor será el tiempo de metabolización del alcohol, por lo que en función de las vías metabólicas que se activen, el efecto de las bebidas alcohólicas sobre el ibuprofeno y su eliminación serán distintos.

El ibuprofeno se metaboliza en el hígado a través del citocromo P450, mientras que el etanol se metaboliza fundamentalmente por oxidación, transformándose en acetaldehido.

En las situaciones de consumo oral, las más habituales, este proceso acontece principalmente en el hígado y se halla fundamentalmente mediado por la enzima alcohol deshidrogenasa (ADH). No obstante, existen dos vías secundarias de metabolización del alcohol en el hepatocito y una de ellas funciona a través del citocromo P450. Al tratarse de una vía secundaria, funcionará tan solo cuando a causa de una ingesta masiva de alcohol la vía principal resulte insuficiente, o ante una ingesta crónica con afectación hepática. En este caso, comenta la experta, la puesta en marcha de este sistema para metabolizar el alcohol interferirá con el metabolismo de los fármacos.

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El efecto del alcohol en la metabolización de los fármacos es distinto en función de si es consumido de forma ocasional o de forma crónica o habitual.

La metabolización de fármacos en los alcohólicos crónicos puede estar acelerada debido a que el consumo crónico de alcohol ha provocado una inducción de las enzimas responsables de la metabolización de los fármacos y el propio alcohol. Como consecuencia, se producirá un efecto farmacológico menos duradero, que puede hacer necesario repetir la dosificación en un periodo de tiempo inferior al recomendado.

Una ingestión habitual de alcohol conlleva una inducción enzimática que da lugar a una mayor formación de los metabolitos hepatotóxicos del paracetamol y a una mayor sensibilidad del hígado frente a estos metabolitos, además de implicar una menor biodisponibilidad del fármaco debido a una mayor velocidad de eliminación.

El consumo de alcohol con fármacos conlleva un riesgo para la salud. Las personas con intoxicación moderada se deben mantener en observación, mientras reposan en un ambiente tranquilo con poca luz para disminuir los estímulos externos. También deben estar en posición decúbito lateral para evitar aspiración de vómitos.

Si tienes previsto salir de comida o de cena y te estás medicando, lee el prospecto del medicamento, busca si tiene alguna interacción con el alcohol y, en caso de duda, pregunta a tu médico o al farmacéutico. Beber y medicarte pone en riesgo tu salud.

 

Referencia

https://www.healthline.com/health/pain-relief/ibuprofen-alcohol

Artículo de Divulgación revisado y adaptado por el Dr. Jorge Luis Poo. Hepatólogo Clínico, miembro del Comité Editorial de tu portal AMHIGO y fundador del Grupo Mexicano para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas.