Seguridad de la página de inicio
sábado, 23 noviembre 2024
Log in

LA ASPIRINA REDUCE EL RIESGO DE SUFRIR CÁNCERES RELACIONADOS CON SISTEMA DIGESTIVO

  • Escrito por Dra. Fernanda García Alvarado
  • Publicado en Cáncer de hígado

El 10 de octubre de 1897, Félix Hoffmann informaba del procedimiento seguido para la obtención del llamado ácido acetilsalicílico. Esta podría ser la fecha que marca el nacimiento del «remedio milagroso». El fármaco más conocido y seguramente el más utilizado en el mundo entero. La popular «Aspirina», útil para aliviar dolores de cabeza, musculares, y muchas más utilidades que con el tiempo se han ido añadiendo a las propiedades de esta «pastillita blanca».

La aspirina, el ácido acetilsalicílico, es químicamente un éster acetilado del ácido salicílico. Se trata de un principio activo cuyas primeras indicaciones lo muestran como analgésico, antipirético y antiinflamatorio, eficaz y bien tolerado.

Pero para conocer sus orígenes, tenemos que remontarnos hasta el principio de la historia porque la humanidad siempre ha estado interesada en descubrir remedios para las enfermedades y, sobre todo, para los dolores y la fiebre.

Esos primeros «medicamentos» se encontraban en la naturaleza, y sobre todo en las plantas. Y nuestros ancestros descubrieron que la corteza del sauce daba alivio a algunas de esas dolencias, aunque entre la Edad Media y hasta el siglo XVIII, no se sabe por qué, pero quedó en el olvido.

Estudios previos asociaban una dosis diaria de este analgésico (entre 75 y 100 mg.) con menor riesgo de desarrollar cáncer de colon, de esófago y de estómago. Siempre en personas entre 50 y 65 años y durante un periodo de cinco a 10 años. El efecto antineoplásico más documentado de la aspirina se centra en el cáncer de colon. Según explica Pedro Pérez Segura, responsable del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, "también se ha demostrado que la toma continuada del ácido acetilsalicílico reduce el número de pólipos y retrasa la evolución de pólipos benignos a malignos, incluso mejora el pronóstico de quienes ya han tenido este tipo de cáncer".

El mecanismo de acción por el que cada vez hay más evidencias del papel antitumoral de la aspirina no está claro del todo. Se creía que la explicación radicaba en el poder antiinflamatorio de este fármaco. Al fin y al cabo, "el cáncer es un proceso de inflamación crónica anormal", señala Pérez Segura. Sin embargo, las razones podrían ser multifactoriales. "Se ha visto también que la aspirina interviene en algunas vías moleculares del cáncer". Poco a poco, se van estudiando más.

En la investigación de la Universidad de Hong Kong, tras analizar a una población total de 618.884 personas (una parte tomó aspirina un promedio de siete años y el resto no la usaba), el grupo de científicos observó la toma continuada de bajas dosis de aspirina reducía en un 38% la incidencia de tumores gástricos, en un 34% la del cáncer de páncreas y en un 24% la del cáncer colorrectal.

"Los cánceres digestivos representan casi un 25% de los tumores en Europa", apunta Kelvin Tsoi, principal autor del trabajo, realizado en la Universidad de Hong Kong (China). Concretamente, "el cáncer colorrectal, el gástrico y el pancreático se encuentran entre las cinco principales causas de muerte oncológica en el continente europeo". Los tumores relacionados con el aparato digestivo representan el 30% de los fallecimientos por cáncer.

Aparte de analizar los tumores digestivos, el equipo de Tsoi observó una disminución significativa en otros tipos de cáncer: de pulmón, próstata y leucemia. "Parece que se consolida como antitumoral, aunque aún quedan tumores por estudiar", apunta el especialista español. De hecho, por ejemplo, en esta investigación no se concluyó este beneficio en los tumores de mama, de vejiga, de riñón o en el mieloma múltiple.

Además de ser un analgésico reconocido, desde 2015, ya se recomiendan dosis bajas de ácido acetilsalicílico para personas de más de 50 años que tengan cierto riesgo cardiovascular. Sólo en esta parte de la población, ya que en el resto, podría provocar úlcera de estómago o trastornos de coagulación, por ejemplo. Según un estudio reciente, disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular e ictus en un 37%.

En su papel como antitumoral, aún no hay indicación clara, "aunque sí solemos recomendarla en pacientes con riesgo alto por mutaciones genéticas de cáncer de colon y en personas con pólipos frecuentes".

 

Referencia
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2017/10/30/59f77842468aeb13378b45dc.html