Recordando a John Lennon
- Escrito por Georgina Palacios Meza
- Publicado en Testimonios
Mi experiencia de casi 30 años con el virus C
Paciente con hepatitis viral c inactiva
54 años
22 años de enfermedad
Ciudad de México, Distrito Federal
Corría el año 1980, en el mes de octubre me programó el urólogo para cirugía, el propósito desalojar un cálculo renal de gran tamaño con riesgo de obstrucción. Mi operación sería el 8 de diciembre, se pospuso por falta de sangre de mi tipo (O RH negativo) Por la noche de aquel 8 de diciembre se daba la noticia de que un fanático había privado de la vida a John Lennon. El comentario entre médicos y enfermeras era la noticia; en el cuarto contiguo dos guardias de seguridad cuidaban a un paciente potencialmente suicida, quien dos días atrás se arrojó al vacío buscando dejar de existir; no muy lejos de él , una anciana con insuficiencia renal me sorprendió por su pequeño cuerpo desgastado por la vida, colocada en una cuna, gritando a las enfermeras para que le quitaran todos los tubos, sueros y procedimientos médicos ,que seguramente le eran más dolorosos que esperar la tan ansiada muerte.
Me operaron el día 11 de diciembre, el riñón se colapsó y finalizó en una nefrectomía (significa quitar todo el riñón) e hipovolemia. En pocas palabras perdí grandes volúmenes de sangre, caí en coma, pasé a re-operación, requerí transfusión de 4 unidades de sangre y convalecencia de dos meses.
Casi 30 años después (octubre de 2009) me notifican, que tenía Hepatitis C post-transfusional. No eran alentadoras las palabras y la explicación por parte del médico. Pero, después de todo me siento afortunada, bien dicen que cuando algo llega a nuestras vidas es porque estamos preparados para recibirlo. Aquella tarde, al salir de la consulta caminé mucho, como suelo hacerlo, tuve tiempo para reflexionar y pensar qué hacer si no había cura. Con el transcurrir de los meses siento que el haberme dedicado por años a los cuidados paliativos en enfermos terminales, fue un punto clave para procesar mi pérdida de salud, a pesar de que la noticia me cambió la vida en un segundo. Hubo quien me recomendó demandar al hospital por haber transfundido sangre infectada con el virus, lo cual para mi, era simplemente absurdo. Conté con el consejo de mi amiga la Dra. Rosa María Medina que atinadamente me recomendó unirme al grupo Amhigo donde encontré grandes personas como mi gran amigo Enrique Hernández quien nos dejó el pasado viernes 27 de enero 2012 dando batalla a la enfermedad hasta el último segundo de su existencia.
Con mis compañeros del grupo comparto muchas cosas buenas, encontré conocimiento para entender mi enfermedad y lo más gratificante fue la posibilidad de compartir un poco de lo que sé como Tanatóloga con mi gran familia “Amigos del hígado”. Hoy en día después de haber recibido el tratamiento con interferón y Ribavirina, llevo dos años con el virus inactivo.
Es paradójico pero lejos de aborrecer aquella sangre infectada que me fue trasfundida, doy gracias a la vida, a Dios por haberme dado la oportunidad de disfrutar de muchos años en éste magnífico mundo, de disfrutar la luz de un nuevo día, la música de Serrat y Sabina, conocer el amor, construir una familia, criar dos maravillosas hijas, conocer amigos y enemigos, reír con el chiste de un payaso en el metro, haber disfrutado de la música, un buen libro, una copa de vino a la luz tenue de una vela, los chistes de mi amhigo Mauro, la chispa de la gran Rosy Caballero, la ternura de Hortensia, la risa de Tere Nava ,el buen humor y temple de Rita, al delgado amhigo Toño Oñate, y muchos, muchos amigos más, los consejos del Dr. Jorge Luis Poo, una caminata por Venecia, las luces de Navidad, el tronar de la lechuga entre mis dientes, bailar descalza en la playa , la gente al caminar, robarme historias de los enamorados que nadie sabe de ellos para escribir un poema que quizás nunca publique.
Así doy mil gracias a la vida, y si hoy muriera, me gustaría volver a vivir, vivir con la misma sangre que hoy corre por mis venas y me dio regalo de vida.