LA PRIMERA CITA

Así que llegamos al momento de la primera cita, ya sea porque nos presentaron a alguien, o porque lo conocimos en algún lugar y entonces decidimos tener un primer encuentro. Ahí hablamos de lo que hacemos, de nuestras cualidades, de lo que nos gusta, de nuestros viajes, etc., en donde todo es maravilloso, y aquí me pregunto ¿deberíamos hablar de lo defectuosos que venimos, de nuestras imperfecciones, de las obsesiones que venimos cargando? Ya habíamos mencionado que no llegas a una relación sin raspones o cicatrices, así que el camino del amor tendría que ser un proceso benevolente en donde dos personas tratan de mostrarse, de abrazarse y de enseñarse como convertirse en las mejores versiones de uno mismo.

En esta primera cita damos una lista de cualidades de lo que somos, y el otro también así que nos vamos con esta idea de que hemos encontrado al “ideal”, al que sin hablar adivina qué necesito, tal vez predijo que tu sabor de helado favorito era de “frutos rojos”, más no sabe que no te gusta compartir el postre, o que te gusta acabarte hasta la última gota de crema para peinar y eres capaz de cortar el envase para no desperdiciar, es un largo camino. Al principio todo es perfecto, estamos en “estado de enamoramiento”, y cuando al cabo de 4 o 5 meses se termina el periodo de gracia porque viajaron juntos y osó en no acomodar la pasta dentífrica como a ti te gusta, empezamos a “ver los defectos” del otro, comenzamos a enojarnos porque ingenuamente pensamos que el otro “tendría o debería” idealmente saber que necesito y además “sin hablar”, y cuando tu pareja te pregunta: “¿hay algo malo?”, tú contestas: “nada”.

Me planteo el trabajo del amor imaginando que el otro es una casa con una hermosa fachada, cuando entras a ella te recibe en la sala, en el espacio más bonito, en donde hay cuadros y flores, así son los primeros meses, más cuando viene el primer enojo o desencuentro, lo mejor sería entrar por la puerta trasera, por aquella en donde se saca la basura, la que no se muestra a cualquiera, y entrar por este lugar, aquí es donde se resguardan los secretos más íntimos, en donde el otro y tu son más vulnerables, y una vez ahí preguntar: “¿qué hay dentro de ti?”, cualquier respuesta es respetable, aquí empieza el trabajo de pareja.

Así que en la siguiente pelea o conflicto que tengas con tu pareja porque “no entiende las cosas” y tampoco a ti, felicítate has llegado al momento íntimo, al ingrediente de la relación: la conexión.

No te pierdas la reflexión de la siguiente semana en donde seguiremos planteando ideas sobre la pareja y algunas estrategias para ayudarte en este maravilloso proceso de convertirte en pareja.

Elaborado por: Mtra. Gabriela Rodríguez López.
Psicoterapeuta
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