Seguridad de la página de inicio

viernes, 03 mayo 2024
Log in

MIS EMOCIONES, UNA BRÚJULA PARA LA VIDA.

  • Escrito por Gabriela Rodríguez
  • Publicado en Expertos

Muchas de las veces, cuando la gente llega a sesiones terapéuticas es porque se sienten con las emociones desbordadas, no les gusta sentir las cosas incómodas o porque el entorno en donde se están desarrollando les provoca algún tipo de desajuste y necesitan compartirlo con alguien, generalmente llegan diciendo “quítame esto”, “hay algo que no puedo controlar y quiero que no me moleste”, expresiones como estas son comunes dentro de los espacios terapéuticos. Y algo que he aprendido durante este proceso del estudio de las emociones, de reconocer las propias y hacer acompañamientos ante el descubrimiento personal, es que las emociones son la brújula que guía el camino. Antes de decirles, váyanse o no me molesten, es necesario sentirlas, mirar el entorno que de alguna manera nos hizo reaccionar ante alguien o algo, ser curiosos si así me siento, siempre cuando ocurre algo de tal manera, y también por qué no, ver si esto se repite o algo muy valioso, es saber que dentro de nuestra historia tomar el camino de cierta emoción fue algo que nos salvó la vida, a esto yo le llamo, honrar la emoción, honrar el ajuste que hacemos para sobrellevar las cosas, porque las respuestas emocionales nacen de algo que se lee corporalmente y viene una respuesta.

Cuando se hace esta revisión para ver en dónde se formó esta emoción ante algo en la vida, se ven las circunstancias, quienes estaban, qué sensaciones nacieron, entonces se puede aceptar y además tener compasión de nosotros mismos, y de ahí decidimos si esta emoción es necesaria para darnos cuenta de que hay que hacer un micro o macro ajuste cuando sentimos que algo se aproxima. Por ejemplo, si somos estudiantes y tenemos pánico escénico ante las exposiciones, no nos gusta levantar la mano para participar o mucho menos hablar en público para preguntar, que esto es muy común. Si vamos a la historia, a veces salen relatos de cuando éramos pequeños y fuimos sobre expuestos a un público que consideramos en ese tiempo grande, que tal vez fuimos juzgados o se burlaron de nosotros, y lo que le afecta a alguien no tiene por qué ser igual para otras personas, es decir, cada uno tenemos maneras distintas de amoldarnos y adaptarnos al entorno, con diferentes respuestas.


De esta manera, cuando hay una revisión más detallada y comprensiva, cuando se hace dentro del espacio terapéutico en un clima de confianza y cálido, lo que se descubre, es justamente, que las emociones son para algo, para guiarnos ante la vida. Así que cuando alguien llega y dice “soy enojón”, “lloro por todo”, “me tengo que encerrar cuando ocurre tal evento”, es importante revisar el qué nos llevó a ello, porque seguramente detrás de esto, hay una profunda llamada interna a quitarnos de un lugar, a salvarnos la vida, a no estar en un lugar incómodo y a no provocar más miradas fijas que nos provocan incomodidad o incluso daño. 

psicoterapia1
Y esto nos va a servir para ajustarnos la siguiente vez que pase algo similar, una vez que se comprende, entonces podemos cambiar de lugar o de perspectiva y se pueden ensayar otras respuestas o movimientos, más esta vez sin la desesperación de querernos “quitar rápido”, sino comprendernos. Y además hacer los ajustes conmigo y los otros, que esto es muy importante, al principio, y tal vez, con quienes convivimos se mirarán sorprendidos ante el interno de nuestra respuesta, o incuso pueden sentirse descolocados, más intentar nuevas formas es la manera de ampliar el repertorio de respuestas y saber que vamos ampliando la caja de herramientas, y todo esto porque escuchamos, miramos y nos atrevemos a explorar las emociones.


Te propongo un ejercicio que yo hago con mis pacientes: por una semana en las noches lleva un registro de 3 emociones que te hagan sentir incómodo y digas las causas, por ejemplo:

  • Me sentí triste porque mi jefe no me felicitó ante un buen trabajo que hice.
  • Mer sentí frustrada cuando no me salió a la primera el proyecto para la escuela.
  • Me sentí avergonzado cuando levanté la mano para hacer una pregunta y me dijeron que acababan de decir eso en clase.

Y veas, tal vez compartas la lista con alguien de confianza, y lo mejor de todo sería llevarlo al espacio terapéutico, e ir desmenuzando las emociones y ver que otras respuestas se pudieron hacer, qué te hizo recordar el momento, ser curiosos con esta forma de sentir. De igual manera con las emociones cómodas, por ejemplo:

  • Me sentí orgulloso cuando mis hijos me dijeron que la comida fue un éxito.
  • Me sentí feliz porque me pude levantar a hacer ejercicio.
  • Me sentí alegre al poder platicar con mis amigas, como hace mucho no lo hacia.

De igual manera revisar qué de ello tiene que ver con tu historia, con lo que para ti es importante en la vida para que se generen este tipo de emociones, y de esta manera vas aprendiendo más de ti y puedes recrear situaciones que te hagan sentir acompañado y de buen ánimo.

Así que no deseches las emociones, siempre serán una brújula para ajustar y adaptarte, además para comprenderte, y aceptar la historia que te trajo hasta aquí, y, por consiguiente, honrarla. Te invito a tomar unas sesiones de terapia, no porque tengas grandes problemas, sino como un regalo de conocimiento, comprensión y amor hacia ti.

Elaborado por:

Mtra. Gabriela Rodríguez López
Psicoterapeuta
englishlab2013@gmail.com