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viernes, 03 mayo 2024
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LOS OCHO PODERES ESPIRITUALES

  • Escrito por Raquel Pineda
  • Publicado en Expertos

A veces sentimos que no podemos cambiar las situaciones de la vida, porque no depende de nosotros. Sentimos que no tenemos el poder de lograrlo. Eso puede ser posible si pensamos que el cambio debe venir de las cosas que nos rodean o de los demás. Y en realidad, nunca puedes cambiar a otras personas. La única cosa que si puede cambiar es a ti mismo. Por eso a continuación te presentamos la serie de los ocho poderes del Raja Yoga que siempre están disponibles para ayudarte en cada situación que afrontas en la vida.

El poder de Retraerse. Hay momentos en la vida en los que necesito retirar mi energía de una determinada situación. A veces puedo dar mentalmente un paso atrás, ubicarme en el balcón a observar al resto o incluso a mí misma. Y hay veces en que necesito salir e irme por completo del lugar. Pienso cómo será para un astronauta, alguien que ve el planeta Tierra por primera vez desde el espacio, desde el lugar más retirado posible. Su perspectiva seguro será muy diferente.

El poder de Soltar. Siento el pasado como si fueran cadenas que me atan fuertemente a cosas irrelevantes que ya no funcionan ni me ayudan. Si es cierto que la mayoría de mis pensamientos son de algún modo sobre el pasado, y si es cierto que mis pensamientos crean mi futuro, entonces, a menos que detenga esa dinámica mental desgastadora estoy condenada a volver a generar lo pasado. Por eso, voy a hacer algo: dejar que estos pensamientos se eleven hasta perderse, y mientras más se alejen, más liviana me sentiré y más quieta se volverá mi mente.

El poder de Tolerar. Nada en el mundo es perfecto. Hay veces en que las cosas no son para nada como me gustaría, y hay veces en que termino siguiendo la huella de la energía negativa de otra persona. Pero si quiero mantenerme fuerte y feliz no me puedo permitir reaccionar ante todo, o tomarme todo de manera personal. Un árbol le da sombra y descanso incluso a quien lo tala. Así, también yo debo estar por encima de los insultos. Cuando una tempestad ataca el árbol, este no se defiende, no se toma la tempestad como algo personal. Se sacude y balancea... hasta que la tempestad se acaba.

El poder de Aceptar. Cuanto dolor se produce por la porfía de mi ego en no aceptar “lo que es” e insistir en aferrarme a lo que “debe ser”. Sin embargo, enfrentar la realidad tiene un sentido: Aceptar “lo que es”... y luego escuchar qué sigue. Soltar el control. Aprender a confiar, y mientras fluyo sin esfuerzo por entre las curvas de este recorrido, la vida se hace tan fácil como la de un río que avanza hacia el océano.

El poder de Discernir. Para de verdad distinguir qué es cierto y qué no, y comprender qué es lo que de verdad sucede, debo dar un paso atrás. Tomar distancia de mis opiniones y de mi contexto me permite percibir con mayor claridad. Curiosamente, este paso atrás funciona como una lupa, al combinar desapego y enfoque veo la escena completa, y también todas sus partes… y puedo comprender la verdad del momento. Me siento clara y segura.

El poder de Decidir. Opción. Compromiso. Cuando conozco el camino correcto, es como si no tuviese opción. Debo tomarlo. Debo confiar en mí misma, en lo que sé; debo respaldarme. Hay veces en que no tengo idea de adónde me llevará mi decisión, pero, tal como la brújula apunta siempre al Norte, también yo debo seguir mi cauce verdadero con determinación, convicción…y humildad. Al tomar este camino acumulo más sabiduría, y cambio.

El poder de Afrontar. Entiendo que en mi camino afrontaré desafíos, desafíos que están ahí para poner a prueba mi convicción. Pero no son los desafíos externos los que me dejarían fuera de juego. Aquellos que de verdad me harían tambalear son mis propias debilidades. Son esas las peligrosas, las que me quitarían el sueño. Nublarían mi sentido del ser y dañarían el alma. Ante ellos invoco el fuego de la valentía, y los transformo en llamas de la verdad. En ese fuego, la oscuridad se vuelve luz y el hierro se vuelve oro.

El poder de Cooperar. No puedo hacerlo todo sola. Nadie puede. Pero cuando estoy clara y bondadosa y actúo con valentía, de algún modo la vida funciona. Surgen oportunidades. Se producen sincronías. Y todo lo que debo hacer es… mi parte. Del mismo modo admirable como las abejas trabajan juntas en la Naturaleza –cada una cumpliendo su parte, con sus habilidades y talentos particulares-, también yo soy capaz de apoyar a otros y que otros me apoyen. En ese dar y recibir se desenvuelve la vida y yo satisfago mi destino.

BRAHMA KUMARIS
 https://www.brahmakumaris.org.mx