¿CÓMO MANTENER A LA FLORA INTESTINAL EN EQUILIBRIO?
- Escrito por NUT. MAITE MUÑOZ
- Publicado en Especialistas
El microbiota intestinal se refiere a los microorganismos que viven dentro de nuestro cuerpo y con los cuales interactuamos día a día. Se considera que hay un potencial de beneficio o de daño enormes ya que continuamente convivimos con virus, bacterias, hongos, organismos eucariotas y arqueas en una relación mutualista. El mutualismo es una interacción biológica, entre individuos de diferentes especies, en donde ambos se benefician y mejoran su aptitud biológica.
La población microbiana del intestino humano incluye unos 100 billones de bacterias de unas 500 a 1000 especies diferentes. El estómago y el duodeno albergan un reducido número de microorganismos que se adhieren a la superficie mucosa o en tránsito, típicamente menos de 103 células bacterianas por gr. de contenido. Las secreciones ácidas, biliares y pancreáticas destruyen la mayor parte de microorganismos ingeridos, y la actividad motora propulsiva impide una colonización estable de la luz. El número de bacterias a lo largo del yeyuno y el ileon aumenta progresivamente, desde alrededor de 104 en el yeyuno hasta 107 en el ileon, con un predominio de aerobios Gram negativos y algunos anaerobios. En comparación, el intestino grueso está densamente poblado de anaerobios y los recuentos de bacterias alcanzan densidades de alrededor de 1011 unidades formadoras de colonias por g de contenido luminal. Estas concentraciones son 10.000 veces mayores que en la última parte del intestino delgado.
Despendiendo el tipo y cantidad, las bacterias pueden ser beneficiosas o dañinas.
Por un lado sabemos que producen vitamina K que es importante para la coagulación y también para la salud de nuestros huesos. Sin embargo, al sobrecrecer una población nociva producen sustancias tóxicas y proinflamatorias (proteínas proteolíticas, etc.). Al alimentarnos de una manera adecuada, mantendremos un equilibrio entre las bacterias buenas y malas.
Cuando comemos, nuestros alimentos también las alimentan a ellas y dependiendo de lo que se come, será su comportamiento. Si aumentamos la ingesta de hidratos de carbono y disminuimos el consumo de aceites saludables y proteínas, favorecemos el crecimiento de un tipo de flora bacteriana nociva. A la larga, esta situación enferma, favorece el acúmulo de grasa abdominal, se puede tener dificultad para perder peso y nos mantiene en una situación crónica persistente de baja energía y rendimiento. Esto puede afectar a todos los niveles: metabólicos, energéticos, estados proinflamatorio y alterar el funcionamiento del sistema nervioso central.
Al microbiota intestinal no le gusta la dieta moderna.
Es alta en hidratos de carbono refinados, alimentos procesados con conservadores, alta el gluten y baja en fibra. Este tipo de alimentación favorece el crecimiento de cándida (un hongo), bacterias proteolíticas y parásitos.
La dieta moderna lastima la pared intestinal, la capa de mucus que protege el epitelio y rompe el ecosistema intestinal. Cuando sucede esto, se puede presentar un intestino permeable y esto permite paso directo de todo lo que está en el intestino a la sangre.
Lo primero que se desencadena es una respuesta inmune, que puede estar asociada a patología auto inmune, como la tiroiditis de Hashimoto, la artritis reumatoide, psoriasis entre otras enfermedades. Por otro lado, también aumenta la sensibilidad alimentaria ocasionando alergias y poca tolerancia a algunos alimentos.
Por el lado benéfico, la microbiótica sintetiza aminoácidos, vitaminas, nutrimentos inorgánicos y neurotransmisores. La microbiota con alta diversidad y en equilibrio es necesaria para el ser humano. Por eso es muy importante que nuestra dieta contenga un alto grado de variedad en alimentos con el fin de tener una adecuado microbiota en nuestro intestino.
¿Cuáles serían los síntomas de una disbiosis intestinal? (desequilibrio entre bacterias):
Los síntomas más comunes son la diarrea, estreñimiento, heces desechas, restos de alimento sin digerir, la falta de energía etc. Todo esto indica que nuestra flora no se encuentra en buenas condiciones y se puede estabilizar con prebióticos y probióticos.
Prebióticos para mantener las bacterias sanas y probióticos para aumentar las bacterias de las que estemos carentes. Es importante mencionar que no hay bacterias buenas ni malas, es una cuestión de equilibrio.
En términos generales las bacterias realizan dos funciones principales: la fermentación y la putrefacción. Se le conoce como microbiótica sacarolítica a la que se aloja en el colon derecho del colon y tiene una función fermentativa y de degradación de los hidratos de carbono. La proteólisis y digestión ultima de proteínas ocurre en el colon descendente o izquierdo, produciendo putrefacción.
Un dato interesante es la explicación de las características del dolor que se presenta en el intestino. Si duele el lado derecho puede haber síntomas de fermentación. Por el contrario, si hay molestia en el lado izquierdo puede indicar exceso de bacterias proteolíticos o de organismos putrefactivos.
Cuando se ingieren hidratos de carbono y no se tiene una correcta microbiota de fermentación, pueden generarse muchos gases sin mal olor. Por el contario si los gases contienen olor desagradable, puede ser un signo de un exceso de putrefacción.
Cuando se tienen problemas de sacarólisis (fermentación de hidratos de carbono) se tiene que alimentar ese microbiota con adecuadas recomendaciones dietéticas. Hay alimentos que favorecen esa fermentación como la fibra y la más conocida es fibra prebiótica sin embargo, cuando hay una disminución de esa microbiota, se aconseja eliminar la fibra para poder desinflamar y disminuir la mala tolerancia. En esos casos, intervenir con una dieta llamada FODMAPs y suplementar con probióticos (butirato) y ácidos grasos omega 3, puede ser una intervención nutricional acertada que ayuda a eliminar la inflamación.
Posteriormente, será necesario volver a introducir la fibra prebiótica poco a poco. Cuando los síntomas indican un problema de putrefacción, es aconsejable un lavado de colon o enemas, para eliminar bacterias y sus residuos metabólicos tóxicos (amoniaco, alcohol, etc.). Por otro lado, se aconseja disminuir la proteína animal, especialmente la carne roja, el alcohol y las oleaginosas (semillas).
Una de las principales sustancias que produce el microbiota, son los ácidos grasos de cadena corta, especialmente el butirato. Se puede utilizar como suplemento cuando las bacterias fermentadoras de fibra se encuentran reducidas. Es una de las moléculas más interesantes porque cuida el epitelio intestinal, aporta energía y tiene propiedades desinflamatorias.
Las bacterias proteolíticas sintetizan amoniaco y es una sustancia precursora de aminoácidos. Pero si el cuerpo tiene un excedente de amoniaco por sobrepoblación de estas bacterias, el amoniaco pasa a la sangre y produce desequilibrios a nivel sistémico y afecta a todo el organismo.
La producción de endobióticos (tóxinas) propicia una situación que favorece el crecimiento de más patógenos. El escenario puede complicarse y ocasionar una situación proinflamatoria, debido al sobrecrecimiento de un grupo de bacterias específicas y que son la microbiota portadora de lipopolisacáridos (LPS). Los LPS son endotoxinas que se encuentran en la superficie de determinadas bacterias y que tiene un potencial muy inflamatorio.
Paradójicamente, todas las bacterias cumplen su función desde los primeros años de vida. Se encargan de parte del entrenamiento del sistema inmune. Cuando hay gran cantidad de ellas, se activan respuesta de nuestro sistema inmune con el fin de evitar una inflamación en exceso.
Al principio, el proceso es a nivel del intestino. Sin embargo, cuando se tiene un intestino permeable, los LPS ocasionan una inflamación sistémica (en todo en cuerpo). Son tan pro inflamatorios que producen señalización inflamatoria sistémica continua, de manera silenciosa sin que existan otros datos clínicos (diarrea o fiebre) de pérdida de la permeabilidad en el intestino. A este proceso se le conoce como endotoxemia metabólica y podría estar implicada en la génesis de diversas patologías como la enfermedad por hígado graso (esteatosis simple, esteato-hepatitis y cirrosis), la resistencia a la insulina (que se asocia a Obesidad, Hiperlipidemia, Diabetes y riesgo Cardiovascular), enfermedades autoinmunes y cáncer.
Junto con el incremento de la permeabilidad intestinal se ha descrito un aumento de la permeabilidad hematoencefálica.Es decir, se tienen circulando sustancias inflamatorias potencialmente tóxicas y pro-inflamatorias que tendrán las puertas abiertas para llegar al sistema nervioso central. Por ello, la disbiosis intestinal también puede asociarse a enfermedades neuro-degenativas y neuropsiquiatricas.
Para entender mejor este proceso, se sabe que la microbiota también sintetiza neurotransmisores de acción periférica (en el tracto digestivo) o central (cerebral) como la serotonina, por ejemplo, por lo cual esta situación también complica el escenario. Es decir, además de la inflamación persistente de bajo grado, el intestino permeable, la elevación de toxinas en sangre, se va a tener una disminución o alteración en la producción de neurotransmisores. De esta manera la vinculación del intestino con el cerebro queda fuera de toda duda.
A este grupo de alteraciones se le conoce como “Eje micobiota-intestino cerebro”. La microbiota habla en primera instancia con el sistema nervioso entérico (cerebro intestinal) a través de todas sus neuronas y que tiene tantas como la médula intestinal. Esta conversación entre los dos órganos es continua y en ambas direcciones.
En conclusión, de acuerdo a la sintomatología del intestino, se puede saber qué parte del microbiota se encuentra alterada. Por tal motivo, el abordaje de la dieta es imprescindible para resolver el desequilibrio de la flora bacteriana. Se debe de entender que el microbiota en su totalidad es un órgano con una capacidad de movimiento increíble, es una comunidad de microorganismos multi-especies altamente inteligentes formando un ecosistema perfecto.
A partir de ahora tenemos que pensar que hay más comensales en nuestra mesa (las personas y su millonaria microbiota) y dependiendo lo que se come, se alimentará a los microorganismos buenos o a los malos.
¡Buen apetito!
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Referencias:
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6. Acceso al portal de la Escuela de Salud Integrativa: https://www.esi.academy/microbiota-e-inmunidad