¿Como surgimos?
Del deseo de ofrecer una medicina humana y personalizada, comprometida con el uso de modernas y antiguas herramientas para lograr el equilibrio en la salud del ser humano. Nos interesa que nuestros pacientes estén informados (y de preferencia educados) al momento de tomar decisiones ante las diversas situaciones de riesgo que entraña la aplicación de los nuevos tratamientos del siglo XXI. Nos motiva ofrecer una medicina más orientada en la prevención, a través de hábitos de vida saludables y a través del buen apego al tratamiento.
Somos una mezcla de esencias cultivadas por maestros mexicanos y extranjeros. Nos abonaron con mucha agua de sabiduría, abono orgánico de sangre, sudor y lágrimas. Nos guía la profunda convicción de que el ser humano que nos busca (y al que deseamos ayudar) está interesado en un modelo diferente de atención, más personalizada, más participativa y menos pasiva, más de cambios y menos de resignación, más comprometida con erradicar los factores activadores y comprensiva con la necesidad de activar buenos hábitos de vida saludable.
Los primeros de nosotros nos graduamos en la Escuela de Medicina de la UNAM y recibimos de nuestros primeros maestros un buen estímulo a la autoenseñanza. El mensaje principal era "… la buena repetición te acerca a la perfección".
Luego llegó a nuestras vidas el aprendizaje del rigor de la investigación científica. Crecimos con las enseñanzas del ojo crítico y mirada escéptica del maestro Ruy Pérez Tamayo: “… analiza antes de confiar y aplicar los nuevos conocimientos”que equivale un poco a decir “no todo lo que brilla es oro”; un recordatorio de la relatividad del conocimiento ya que nuestras accesiones pueden basarse en reconstrucciones burdas de la realidad. Algunos estudios clínicos, por ejemplo, son abstracciones de la realidad (pacientes escogidos, bien portados, estudios muy completos, medicamentos consumidos en tiempo y dosis óptimas), que ameritan ser re-evaluados en las imperfectas condiciones de la “vida real”.
En una segunda etapa, vinieron los años formativos en los grandes hospitales o institutos. Llegó el tiempo para el aprendizaje del buen diagnóstico y la buena terapéutica con disciplina y perseverancia y más tarde la imponente mística del maestro Salvador Zubirán: "... anteponer el beneficio de los pacientes a los de uno mismo. No era raro dormir poco y tener que regresarse del camino rumbo a casa porque faltaba algo para que iniciara bien la jornada de estudios o procedimientos para alguno de nuestros pacientes.
Llego el tiempo de viajar al extranjero, de subirse a los hombros de gigantes para mejor visualizar el generoso paisaje de la vida. El principal aprendizaje fue “... confía y triunfarás”, lo que equivale al refrán “el que persevera alcanza”. Compararse ayuda a madurar el ego, a afrontar más retos o bien a conocer límites.
Surgimos también del deseo de innovar y de comprometernos con una posición de liderazgo a través de la búsqueda de la calidad. Sin embargo, aprendimos que los celos y envidias son frecuentes y perversos mientras estés más cerca del poder. Descubrimos que al navegar por aguas turbulentas también se aprende, como con el arte japonés denominado “wabi sabi” que nos recuerda que en lo incompleto, irregular o caduco también hay belleza y vida, porque contiene el anhelo de la naturaleza de perfeccionarse a sí misma. La adversidad parece conferirnos una abrumadora tristeza, pero si reflexiona uno profundamente siempre encuentra uno “lo malo de lo bueno” y generosamente también aparece “lo bueno de lo malo”. Si entonces agregamos nuestra tenacidad podremos salir fortalecidos de la adversidad.
En fin, surgimos de la vida, de esta compleja mezcla de bondad y de maldad, de entusiasmo y pesimismo, de limitaciones y de generosidad. No hay rencores, tan solo agradecimiento a la vida, a su majestuosidad. Ya no somos turistas, nos hemos transformado en viajeros cada vez más experimentados, un poco estrictos, con pizcas de obsesividad y compulsividad, pero sobre todo ansiosos de disfrutar cada vez más, con menos ataduras, de acercarnos al instante justo más próximo a la eternidad.