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viernes, 26 abril 2024
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Reviviendo y continuando con la vida

  • Escrito por Nicolás Hakim Simón
  • Publicado en Testimonios

 Mi experiencia espiritual cercana a la muerte

Paciente con cirrosis hepática

74 años

16 años de enfermedad

Ciudad de México, Distrito Federal

Me llamo Nicolás Hakim Simón y he estado a punto de morir varias veces. Sin embargo, a pesar del intenso dolor y de las escasas posibilidades de recuperación, la excelente labor de los médicos y los mensajes espirituales que recibí mientras agonizaba, me ayudaron a regresar a este mundo.

Al término de unos estudios de Posgrado en Israel, en 1973, sufrí una agresión feroz por un alma egoísta, tristemente también un becario como yo. Era la víspera de un viaje a Atenas. Al día siguiente me tuvieron que hospitalizar en la capital griega. Acababa de conocer a un amigo a quien me recomendaron contactar cuando yo todavía vivía en Israel. Habíamos ido a cenar y me instaló en un hotel para que descansara y seguir recorriendo la ciudad al día siguiente. Ya en mi habitación, mientras reposaba, mi cuerpo se paralizó por completo, pero logré jalar con un dedo meñique la colcha. Con ese movimiento se descolgó el teléfono, lo cual alarmó a la administración, cuyo personal acudió en mi auxilio. Como no podía hablar, señalé mi libreta de direcciones y llamaron a mi amigo griego, por ser la única persona anotada en dicho idioma. Él me internó en un hospital para que me atendieran y tras numerosas pruebas y análisis, se decidió que yo fuese intervenido quirúrgicamente.

 

Como continuaba sin poder comunicarme verbalmente, sufría en silencio. El contemplar frente a mí a un paciente nativo, acompañado de su esposa, me brindaba cierta paz. Nos hablábamos con la mirada y yo veía que portaba entre sus manos una especie de rosario en color turquesa. El percibirme imposibilitado de ese modo me hizo reflexionar sobre mi vida y suplicarle a Dios que me ayudara a sanar. En ese instante, sentí como si unas manos penetraran en mi pecho.

 

Al amanecer recibí la visita de un amigo mexicano y tuve fuerzas para levantarme porque ya estaba completamente recuperado. Los doctores se asombraron de hallarme tan bien, y mi vecino, el paciente griego, me obsequió el rosario, lo cual simboliza la gratitud hacia Dios y la fe.

 

Veintitrés años después tuve un severo quebranto en mi salud, a consecuencia de diversas enfermedades, a cual más de grave. De modo que ingresé al hospital Manuel Gea González de la Ciudad de México para ser atendido con urgencia de lo que sería antecedente del problema hepático que ahora padezco. Una trombosis hemorroidaria, así como padecer de hernia umbilical, tabaquismo y úlcera gástrica me colocaron de nuevo al borde de la muerte. Fui tratado con endoscopias y ligaduras para detener las fuertes hemorragias del tubo digestivo y gastritis, así como várices esofágicas.

 

Durante casi un mes los médicos lucharon desesperadamente por salvarme, hasta que llegó un momento en que me vi flotando en el cuarto; miraba mi cuerpo y a mi esposa, Coral, que me cuidaba con amor. De repente me encontré como viajando en el llamado “Túnel de Luz”. En ese instante, reflexioné con temor: “que sería de mi familia y de mí”. Rogué a Dios, temeroso de mi destino y el de mi familia. De pronto, sentí paz interior; desapareció mi dolor y el miedo y experimenté alegría. Frente a mí aparecía un paisaje maravilloso, donde disfrutaba un grupo conocido y sonriente de personas, pendientes de mi cuidado. Me recuperé con rapidez después de dicha visión y pronto me dieron de alta.

 

Desde el año 2000 he tenido hemorragias del tubo digestivo alto, gastritis y varices esofágicas, tratadas medicamente y con ligaduras, en el Hospital Médica Sur. En 2011 tuve cirrosis hepática descompensada con ascitis refractaria tratadas con drenaje y peritonitis bacteriana espontánea tratadas con antibióticos; también dos episodios de coma hepático y finalmente encefalopatía hepática crónica. Para estabilizar mi situación, sigo cuidadosamente mi dieta, mis medicamentos y control de líquidos a nivel domiciliar. En estos seis meses de 2011, sentí que todo iba a terminar, ya que además de la fuerza física deteriorada, mi equilibrio emocional se estaba perdiendo. Una vez más, imploré a Dios con todas mis fuerzas y busqué ser abrigado por el espíritu de mi amada Coral, que falleció en el 2010. Luego reaccioné, tomando conciencia de que no podía dejarme vencer, y deseando restablecerme.

 

Ahora, a pesar de las enfermedades tan delicadas que aún merman mi salud, me encuentro optimista y con ganas de seguir en este mundo. Creo que los mensajes divinos que he recibido no son casualidad y agradezco infinitamente la oportunidad de estar vivo y de conservar mi fe por más pruebas difíciles que me imponga el destino. Ahora entiendo que Dios tiene una misión para mí y por eso ha impedido que me vaya. Saludos Coralito!